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El capitán de los
robots se llamaba Roberto. Roberto era muy
pero que muy feo, pero era muy buena persona, inteligente y valiente.
Dentro de la cueva no solo vivían unos robots, también vivía
un hombre diminuto.
Un día los robots y el hombre diminuto se encontraron un
anillo de oro mágico y todos se peleaban por ese anillo mágico hasta que
llego Roberto y les dijo:
-
¿Por
qué no hacéis un concurso y quien gane
se queda el anillo mágico?
Así fue,
hicieron el concurso, se trataba de una adivinanza. La adivinanza era ¿dónde
estará el anillo, dónde estará? Quien le encuentre se le quedara.
No se lo
sabía ninguno, pero Roberto tenia la adivinanza escrita en una hoja y cuando
Roberto posó el papel el hombre diminuto aprovechó a mirar la respuesta.
Pero los
robots le vieron y se lo dijeron a
Roberto. Pero Roberto no se lo creyó. Hasta que vio unas huellas y Roberto
sospechaba un poco del hombre diminuto, y
al final se lo preguntaron al hombre diminuto y confesó que había sido él.
Roberto le
pregunto que por qué había hecho trampas y dijo que porque quería el anillo
mágico y era muy especial para él, y Roberto y los robots hablaron entre ellos
y como eran muy buenas personas le dieron el anillo.
Todos se
pusieron contentos. Desde ese momento todos se llevan muy pero que muy bien.
Aquí se acaba este cuento como a mí me lo contaron te lo cuento.
ROCÍO MANZANARES LATORRE 6º C
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