En 1945, poco después de la final de la Segunda Guerra Mundial, Percy Spencer un científico americano, en una visita a uno de los laboratorios de la empresa Raytheon se detuvo momentáneamente delante de un magnetrón. De repente Spencer observó que la barra de chocolate que llevaba en el bolsillo había comenzado a derretirse. En aquel momento, lleno de curiosidad y con la excusa de tomar algo de aperitivo pidió un paquete de palomitas y ante la sorpresa de todos, incluso del propio Spencer, los granos de maiz se convirtieron en grandes y lustrosas palomitas.
A partir de esa fecha, de este sencillo experimento, Spencer y los laboratorios Raytheon desarrollaron el horno de microondas; un aparato que era capaz de convertir electricidad por medio de un magnetrón en ondas microondas. Años más tarde, a finales de los años 60, el microondas se convirtió la gran novedad de las cocinas americanas.
Aunque no llegó a los primeros hogares españoles hasta finales de los años 80, principios de los 90, las grandes ventajas de este aparato hicieron que, en tan sólo una o dos décadas, se desarrollaran todas las enormes posibilidades que presentaba.
¿Cómo funciona un microondas?
Los microondas calientan la comida en segundos, sin fuego, sin calor, mágicamente. Si calentamos agua en un vaso, el vaso permanece frío. ¿Cómo lo hacen?
El modo más habitual de calentar cosas es ponerlas en contacto con algo que está más caliente. Por eso los alimentos se han cocinado tradicionalmente poniéndolos al fuego, o metiéndoles en un horno. Es decir, colocándoles cerca o dentro de algo muy caliente.
Pero el microondas (en realidad “horno de microondas”) no funciona así. No transfiere calor a los alimentos, sino que crea el calor dentro del alimento, en el agua que todos los alimentos contienen.
Para entenderlo tenemos que explicar antes qué es una molécula de agua. Para que hagas una idea, una molécula de agua es la gota de agua más pequeña que podemos coger sin que deje de ser agua. Si partimos una molécula en algo más pequeño, ya no tenemos agua, sino hidrógeno y oxígeno… Habrás oído eso de que el agua es H2O, ¿no? Lo que quiere decir es que si juntamos dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno tenemos una molécula de agua. Pero si esto es lioso, no te preocupes, imagínate simplemente una gota pequeñísima de agua.
Lo que hace en realidad el microondas es producir un campo magnético que hace que las moléculas de agua roten. Es como si pusiéramos un imán cerca de otro y le diéramos vueltas; el otro también giraría. Algo así. Las microgotas de agua dan vueltas y vueltas y al hacerlo “rozan” unas con otras y eso hace que se calienten, como cuando te frotas las manos. Y el agua, al calentarse, calienta a todo lo demás.
Cuando sacamos el vaso está frío porque aún no ha dado tiempo a que el agua que contiene lo caliente. De hecho, si metemos un vaso vacío éste no se calienta en absoluto, porque el vidrio no contiene agua. Pero mucho ciudado, porque aunque parece que no quema, si metiéramos la mano en un microondas en marcha se nos achicharraría en un momento, porque nuestra sangre, que es básicamente agua, se pondría hervir. Afortunadamente estos aparatos tienen un mecanismo de seguridad que hace que se detengan inmediatamente al abrir la puerta.
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